Los mitos y realidades de la adopción
Antonio
y Jorge, e Inés y Francisco, son dos matrimonios que, a pesar de ser
diferentes, comparten
hoy la responsabilidad de educar, querer y cuidar a un menor que les fue
otorgado en adopción por las autoridades tras concluir con
éxito este proceso.
Estadísticas
del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) indican
que cada año se reciben
en esa institución 50 solicitudes, de las cuales 10%, por lo menos en los
últimos tres años, culmina con un resultado favorable.
"Sólo 1 ó 2 de los solicitantes desiste de continuar
con la petición", aseguró Adriana Luna Lozano, encargada de la Dirección
General Jurídica y de Enlace Institucional del DIF.
Los
datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),
que datan de 2010, indican que en la República Mexicana existen 30,000 niños
que viven en albergues, casas hogar u orfanatos públicos o privados.
De
estos, más de 70% tienen
dificultad para encontrar un hogar debido a que sus edades van
de los 7 a los 18 años.
"La adopción no es un trámite más de los que se
tienen en la sociedad, es la vida de un menor, por eso ningún requisito debe
ser visto como engorroso o tardado, ya que no es sencillo entregar a un niño a
una familia", advirtió Luna Lozano, quien reiteró que el objetivo de una
adopción es encontrar una familia para un niño y no un niño para una familia.
Para
Inés y su esposo Francisco, tener en casa al pequeño Ray de 11 años no fue
fácil, pues tuvieron que transcurrir más de tres años para poder convertirse en
padres, luego de haber acudido a una casa hogar.
"Siempre
supe que no podría tener hijos y cuando me casé decidimos buscar acoger al bebé
de una chica de 19 años que estaba embarazada y cuyos padres buscaban
deshacerse de la criatura. Habíamos llegado a un convenio económico con los
padres de la joven, ella estaba de acuerdo e incluso nos responsabilizamos de
los gastos médicos y alimentación de la mamá durante los últimos cinco meses de
su embarazo. Pagamos
también el hospital y el parto", relata Inés, maestra de
preparatoria.
Sin
embargo, complementa Francisco, "sabíamos que ello podía terminar mal,
pues al final de cuentas estábamos participando en un delito, pero el
entusiasmo por ser papás nos hizo omitirlo".
Cuando
el bebé nació, explica Inés, la joven madre se arrepintió y enfrentó a sus
padres; "no quisimos forzarla y decidimos apoyarla y retirarnos con las
manos vacías e intentarlo de nuevo, pero ahora decidimos hacer bien las
cosas".
Por
ello, acudieron a las
oficinas del DIF en Puebla, donde su solicitud fue rechazada
porque había que corregir el acta de nacimiento de Francisco, la cual
presentaba un error que nunca se había visto; "después tuvimos que
comprobar que en verdad no podíamos tener hijos biológicos".
En
su segundo intento cumplieron todas las exigencias y pasaron satisfactoriamente
las pruebas para adoptar a Ray, un pequeño entonces de 6 años. "Todo valió
la pena y lo volveríamos hacer 1,000 veces", coincidieron Inés y
Francisco.
Fuente:El Financiero Diario
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