jueves, 25 de abril de 2013

Historias





Los mitos y realidades de la adopción


Antonio y Jorge, e Inés y Francisco, son dos matrimonios que, a pesar de ser diferentes, comparten hoy la responsabilidad de educar, querer y cuidar a un menor que les fue otorgado en adopción por las autoridades tras concluir con éxito este proceso.

Estadísticas del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) indican que cada año se reciben en esa institución 50 solicitudes, de las cuales 10%, por lo menos en los últimos tres años, culmina con un resultado favorable.

"Sólo 1 ó 2 de los solicitantes desiste de continuar con la petición", aseguró Adriana Luna Lozano, encargada de la Dirección General Jurídica y de Enlace Institucional del DIF.

Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que datan de 2010, indican que en la República Mexicana existen 30,000 niños que viven en albergues, casas hogar u orfanatos públicos o privados.

De estos, más de 70% tienen dificultad para encontrar un hogar debido a que sus edades van de los 7 a los 18 años.

"La adopción no es un trámite más de los que se tienen en la sociedad, es la vida de un menor, por eso ningún requisito debe ser visto como engorroso o tardado, ya que no es sencillo entregar a un niño a una familia", advirtió Luna Lozano, quien reiteró que el objetivo de una adopción es encontrar una familia para un niño y no un niño para una familia.

Para Inés y su esposo Francisco, tener en casa al pequeño Ray de 11 años no fue fácil, pues tuvieron que transcurrir más de tres años para poder convertirse en padres, luego de haber acudido a una casa hogar.

"Siempre supe que no podría tener hijos y cuando me casé decidimos buscar acoger al bebé de una chica de 19 años que estaba embarazada y cuyos padres buscaban deshacerse de la criatura. Habíamos llegado a un convenio económico con los padres de la joven, ella estaba de acuerdo e incluso nos responsabilizamos de los gastos médicos y alimentación de la mamá durante los últimos cinco meses de su embarazo. Pagamos también el hospital y el parto", relata Inés, maestra de preparatoria.

Sin embargo, complementa Francisco, "sabíamos que ello podía terminar mal, pues al final de cuentas estábamos participando en un delito, pero el entusiasmo por ser papás nos hizo omitirlo".

Cuando el bebé nació, explica Inés, la joven madre se arrepintió y enfrentó a sus padres; "no quisimos forzarla y decidimos apoyarla y retirarnos con las manos vacías e intentarlo de nuevo, pero ahora decidimos hacer bien las cosas".

Por ello, acudieron a las oficinas del DIF en Puebla, donde su solicitud fue rechazada porque había que corregir el acta de nacimiento de Francisco, la cual presentaba un error que nunca se había visto; "después tuvimos que comprobar que en verdad no podíamos tener hijos biológicos".

En su segundo intento cumplieron todas las exigencias y pasaron satisfactoriamente las pruebas para adoptar a Ray, un pequeño entonces de 6 años. "Todo valió la pena y lo volveríamos hacer 1,000 veces", coincidieron Inés y Francisco.

Fuente:El Financiero Diario





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